Un día sin sol que paseaba por calles sin vida, me di de bruces con el amor. Estuve toda la tarde buscándolo para pedirle disculpas. Cuando me di por vencido, me senté en una terraza y pedí una servilleta para escribir. El amor se sentó a mi lado y sonrió.
—He pasado todo el día buscándote —le dije.
—¿Nadie te ha enseñado que no me encuentras si me buscas?
—No —le dije —. Nadie me lo ha enseñado.
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